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OPINIONES sobre RUIDO en Nicaragua

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DAÑOS AUDITIVOS por pólvora

Pero la pólvora no sólo es nociva por los quemados que deja. Todos, aunque no lleguemos a los hospitales, sufrimos sus consecuencias. El oído humano ya sufre algún tipo de daño cuando es sometido a sonidos mayores de 85 decibeles. Un mortero puedo alcanzar los 140 decibeles y provocar daños irreversibles en el tímpano y en la cadena de huesecillos del oído interno. Sobre todo, dicen los expertos, porque un explosivo sube a 35 decibeles en menos de un segundo y por ello no permite al oído prepararse para recibir esa presión sonora.

De Fabián Medina

De La Prensa del 8 de diciembre de 2005

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EL SILENCIO - UNA VERDADERA NECESIDAD

El silencio, comprendido como un componente esencial en el curso del diario trajinar, no es un lujo; es una necesidad vital, y podríamos decir, uno de los derechos fundamentales del hombre, que es necesario defender, al mismo título que la justicia y la libertad. Apartando su dimensión religiosa, el silencio es un componente sicofisiológico del agotamiento de la persona humana, y se contrapone al ruido desmesurado que ha invadido el ámbito de las grandes urbes, siempre sin desaparecer del todo, y más bien en estado de constante crecimiento.

La estructuración del silencio debe tomar dos direcciones indispensables: la exterior y la interior. El ser humano no llega jamás a ser sí mismo sino dentro de la armonía de ese doble movimiento: la exteriorización, en su relación con sus semejantes y con el mundo, y la interiorización o retroceso sobre sí, que conduce a la reflexión. Un poco a semejanza con los movimientos alternados del corazón, sistólico-diastólico, contracción y distensión en su regular e incansable batir en persecución de la vida. En el caso que tratamos, seria encontrar el punto de equilibrio entre el silencio absoluto, que sabemos imposible de alcanzar, y el ruido excesivo, que debemos evitar, y eso sí es posible. Las sociedades modernas que no respetan ese misterio del hombre, están pagando muy tristes consecuencias: desequilibrio, inadaptación, agresividad, depresión, dispersión y búsqueda inútil de su paz interior en la evasión hacia los paraísos artificiales: el consumo de drogas y alcohol, la creencia en doctrinas exóticas y el sometimiento ante la avalancha de sectas.

Debemos luchar contra todo lo que impida al ser humano encontrar una cierta calidad de vida en la que el silencio viene a ser un componente esencial. Debemos llevar esa inquietud en todos los niveles de las actividades de la vida actual: en el diseño urbanístico y disposición del desarrollo urbano, en lo concerniente al trabajo y en los problemas de transporte. Hacer todos los rincones de la ciudad, silenciosos y pacíficos, incluso en la vía pública. Estimular en los niños la inclinación natural del ser humano a la interioridad.

Si la socialización de nuestras comunidades no está acompañada de una interiorización creciente, tendremos siempre por delante los desequilibrios graves que aflige al mundo actual. Hay el bienestar del ser humano y hay también el agotamiento integral y la calidad de sus relaciones. La iniciación a la vida interior es una de las metas primordiales que todo ser pensante que se respete debe buscar a toda costa. Se deben crear espacios verdes, cinturones que aíslen las zonas habitacionales de las grandes autopistas, ellos impedirán que nuestras ciudades se asfixien. Así pues, no sólo el hambre, la injusticia, la violencia que degradan, deben ser objeto de lucha social, sino también la búsqueda de la dimensión interior que sólo el silencio puede dar.

Entre los hispanos, sobre todo -ya que nos tipifica de manera innegable y en forma negativa, una inclinación exagerada hacia el ruido, la música en volúmenes elevados y el estruendo en general- seguir una receta que nos haga menos bulliciosos sería positiva en grado sumo..*

De Sergio Espinosa Gutiérrez, arquitecto nicaragüense, residente en Canadá

De La Voz del 19 de marzo de 2002

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¡Cuidado con esta música ensordecedora!

No es necesario ser psicólogo para comprender que el ruido ensordecedor, la música estridente y la bulla exagerada son fuentes de muchos males para el ser humano, pues crispan los nervios, exasperan el ánimo y hacen imposible la tolerancia a tal extremo de llegar a hundir en la desesperación s quienes se ven sometidos a soportarlos. Otra consecuencia funesta consisite en que daña el aparato del oído, tornando a la persona totalmente sorda con el paso de los años.

En Nicaragua desde hace mucho tiempo vivimos la cultura de la bulla; vayamos donde vayamos nos encontramos con la desgracia de resistir semejante situación. Minuto a minuto , hora tras hora y día tras día nos toca experimentar esta desagradable sensación cuando abordamos un taxi o bus, vamos al mercado o almacenes, entramos a un restaurante, llegamos de visita a cualquier hogar, y hasta cuando arribamos a nuestra propia casa para descansar, no pudiendo satisfacer esta elemental necesidad porque nuestro vecino - el de al lado y el de enfrente - acostumbta de poner a elevadísimo volumen su aparatos musicales.

Las personas amantes de la bulla tienen tan arraigado este mal hábito que se les ha formado una segunda naturaleza, llegando al grado de no percatarse siquiera del ruido estridente que produce molestía e impide toda comunicaci{on con sus semejantes, ocasionanda además con este aturdimiento - la mayoría de las veces - pleitos, violencia y sinsabores.

En muchísimas ocasiones, a altas horas de la noche es imposible poder conciliar el sueño simplemente porque el vecino continúa oyendo su música escandalosa. ¡Qué difícil resulta cumplir con nuestros compromisos laborales al día siguiente en tales condiciones! Aparte del trabajo de cada día, de la situación económica y social en que vivimos, el ruido acostumbrado en todas partes ha venido siendo para nosotros los nicaragüenses un elemento más de perturbación y zozobra.

Lamentablemente parece no tener solución este problema de parte de los bullangeros, ya que cuando se les reclama su importuna actitud rogándoles bajar un poco el exagerado volumen, suelen responder con lujo de malacrianza y altanería "que están en su casa y pueden hacer lo que les venga en gana". Y si se trata de un vehículo en el que viajamos, también alegan que es suyo y pueden hacer lo que quieran, olvidando aquel primitivo como elemental principio que señale que la libertad de cada individuo termina dondo comienza el derecho del otro.

Pero a pesar de todo, no podemos culpar totalmente a dichas personas porque esta mala costumbre tiene su orígen en una fuerte tradición que se ha venido transmitiendo de padres a hijos, llegando a creer que escuchando música al máximo volumen es lo más normal del mundo.

Es hora de romper este "círculo vicioso" comenzando con la niñez actual. Es preciso que nos formemos nuevos hábitos para conseguir un poco de paz y sosiego, escuchando la música a un volumen razonable. ¡Qué lindo sería que tratátamos de difundir otra mentalidad más positiva!

Unicamente una sólida instrucción estética de parte del Ministerio de Cultura, maestros y educadores de escuelas. colegios e institutos, anuncios y propaganda concientizadora, podremos terminar con esta pésima costumbre que rompe los tímpanos y aturdo los sentidos. Mediante ensayos y prácticas musicales , en tono suave y harmonioso podrán ir saboreando nuestros niños la verdadera alegría de disfrutar de una música agradable, sin necesidad de esos alaridos y trabalenguas confusos de que están colmados las canciones de hoy. Esto es un proceso muy lento, pero no imposible.

Así tendremos una Nicaragua tranquila y una sociedad reposada que nos proporcionará bienestar y alegría, rindiendo más en el hogar y en el trabajo de cada día.

De Myrna Dávila Castellón

De la Prensa del 14 de diciembre de 1997

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Delincuentes ambientales

Cuántos de nosotros hemos estado en quinto o sexto lugar de la fila a la espera del cambio de luz roja a verde en un semáforo y hemos sido víctimas de choferes de diferentes tipos de vehículos, principalmente buses y taxis, que hacen un uso innecesario e indebido de la bocina (pito) de sus motorizados, esto de forma no precisamente educada.

Innecesario, porque el avance lógico de toda la fila no es una respuesta inmediata al cambio de color de la luz...

Indebido, porque la bocina es un componente del vehículo que debe de utilizarse únicamente en casos de emergencia, donde el uso de la misma dé como resultado prevenir algún tipo de accidente, ocasionado por conductores o peatones desprevenidos o irresponsables. Bajo ninguna circunstancia la bocina debe utilizarse como instrumento para llegar temprano al trabajo o una cita; mucho menos para agilizar el tránsito en pro de la caza de pasajeros, tal es el caso de buseros y taxistas.

Lo antes señalado está relacionado con la contaminación sonora o contaminación por ruido. Es necesario señalar que el ruido es uno de los principales factores ambientales que afecta negativamente en la calidad de vida de las personas. Últimamente los ruidos que se generan en las ciudades interfieren en las actividades cotidianas de los habitantes de las mismas, tales como: comunicarse, dormir, trabajar, conducir, etc.

El sonido es medido por la unidad física denominada decibel (dB). El ruido como tipo de sonido es aceptado en ciertos momentos, bajo ciertas condiciones y a niveles apropiados (decibeles, dB), pero es totalmente falso que las personas nos podamos acostumbrar al ruido. El nivel de decibeles permisibles para el ser humano es aproximadamente 60 dB (Frank P. Grad, 85), por lo tanto, toda fuente sonora que supere estos límites podrá de una o otra forma y en diferente magnitud, afectar el funcionamiento normal de un ser humano, traduciéndose la misma en afectación ambiental con nombre y apellido.

Se puede hablar de manera general de dos formas de afectaciones por ruido, lo que no excluye la existencia de otras. La primera es la pérdida del sentido del oído, como consecuencia de una exposición en lapsos considerables y continuos a ruidos extremos o por encima de los decibeles (dB) permisibles. Esto puede suceder a personas que trabajan con equipos pesados de construcción, aeropuertos, discotecas, etc.

La otra afectación es la aparición del stress causado por el ruido. El ruido crea el stress fisiológico, libera adrenalina, aumenta la presión de la sangre y la tensión muscular. Todas estas situaciones nos suceden a diario a los conductores que transitamos por las calles, principalmente cuando la bocina (pito) de un autobús está detrás de nuestro automóvil y percibimos las ondas sonoras de la misma con una intensidad física de 115 dB aproximadamente, casi el doble del nivel permisible. El stress generado por las bocinas de automotores es denominado stress ambiental, puede en la mayoría de los casos ser una causa de la pérdida de la pericia y habilidad al conducir y de la concentración del conductor, además de inducir a actitudes violentas y agresivas; por lo tanto, no es más que una fuente indirecta de accidentes de tránsito.

Entonces señores buseros y taxistas, conductores en general, el accionar la bocina de los vehículos que conducen, generalmente no se traduce en los resultados que se esperan, el tráfico no va a ser más rápido dejando sordos a los colegas del volante; sin embargo y sin temor a equivocarme el uso de "sirenas de barco" como pitos de autobuses es una fuente indirecta de accidentes a los que hay que sumar los que ustedes, profesionales del volante, generan día a día de forma directa.

Sean más educados, sean más conscientes; y posiblemente no tendrán los gastos en indemnizaciones, curaciones, velas, entierros y reparaciones de vehículos producto de los accidentes que ustedes provocan de forma directa y indirecta.

Por favor, BASTA DE PITAR.

De Augusto Flores F., Master en Agroecología y Desarrollo Sostenible

De la Prensa del 13 de enero de 2000

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QUEJAS POR CULTOS RUIDOSOS

"En general, no existen o no se aplican normas estrictas o regulaciones urbanísticas por lo que en medio de muchos repartos, residenciales o barrios existen iglesias evangélicas pegadas a las viviendas. En la actualidad, este hecho está tensionando la convivencia vecinal ya que muchas iglesias pentecostales frecuentemente hacen vigilias hasta altas horas o toda la noche. Estas vigilias son acompañadas de música, cantos, oraciones y predicación a muy alto volumen, razón por la cual se molestan y protestan los vecinos que no comparten sus ideas.

Según la muestra, los pastores están conscientes de estas quejas. El 89.4% afirma que ha oído o recibido quejas del vecindario respecto al ruido a altas horas de la noche. El hecho es tan grave que en los últimos meses ha surgido un intento en la sociedad civil para crear un movimiento contra el ruido, probablemente el "ruido religioso".

En la medida que pasa el tiempo, creemos que este hecho va ir tensionando aún más y puede llegar a producir reacciones e intolerancia en la sociedad. En caso que ocurra, ésto no debe interpretarse como falta de libertad y ataque al pluralismo religioso, sino como reacción de quienes desean un silencioso descanso.

En Nicaragua se acepta que la fe y la religión son cuestiones privativas del individuo y que cada uno tiene la libertad para expresar su fe. Sin embargo, cualquier cuestionamiento y reclamo a las iglesias respecto al ruido a altas horas de la noche, tiene que ver con un principio de convivencia social aceptable, armónico y respetuosa que debe existir entre todos los ciudadanos que comparten los espacios geográficos comunes.

Por principio, ninguna religión debe contravenir los valores primordiales que rigen la vida de los pueblos y el descanso es un valor, un derecho y una necesidad de toda persona. Existen derechos inherentes de las personas y la fe debe contribuir al respeto y mejoramiento de esos derechos y no a obstruir esas relaciones entre las personas.

Para tener una mayor estima ante el pueblo, es recomendable que las iglesias promuevan un acuerdo de no construir nuevos templos en barrios residenciales, al lado de hospitales, clínicas o escuelas. La ciudadanía busca como reclamar sus derechos. El descanso es una necesidad natural de toda persona y como tal, merecen ser respetados por la religión como instancia que promueve y vela por el bienestar, el respeto y la salud sin distingo de credo, raza o nacionalidad."

Del libro "OFICIO y MODELOS pastorales" de Roberto Zub K

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Enfrentemos ... el ruido

* Por desgracia, nuestros oídos están constituidos de tal modo que no pueden reducir la entrada de ruido en el sistema nervioso. Y pocas personas son conscientes de que por encima da los 30 decibelios, - los que se producen en una conversación normal - se inician las graves alteraciones que pueden degenerar en problemas de salud.

* Lentamente, pero de manera implacable, no sólo vamos perdiendo capacidad auditiva, sino que nuestros nervios, cada vez más alterados, acaban jugándonos malas pasadas, a la vez que disminuyen nuestras defensas naturales.

* El ruido aumenta el ritmo cardiaco, provoca la constricción de los vasos sanguíneos, eleva el nivel de colesterol y es una de las principales causas des estrés.

* Los habitantes de las grandes ciudades somos las principales víctimas de esta auténtica plaga.

... Nosotros podemos:

* EVITAR, en lo posible, el uso del coche: Utilizar el transporte público y caminar siempre que pueda.

* MANTENER a un nivel razonable las fuentes de ruido doméstico, como la televisión y los equipos de música.

* NO UTILIZAR motos de escape libre, ni emplear la bocina salvo que es absolutamente necesario.

* BUSCAR lugares tranquilos y rechazar los lugares públicos donde el ruido sea la norma.

* COMPROBAR el nivel del ruido que produce un electrodoméstico antes de comprarlo.

* HABLAR con los amigos en un tono relajado.

* RESPETAR la tranquilidad y el sueño de los demás.

Del Nuevo Diario del 15 de junio de 1993

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Edición del 19 de junio de 2015