El ruido y los niños y niñas trabajador@s

A los niños y niñas de los semáforos

Doraldina Zeledón Ubeda

	Margarita, está linda la mar,
	y el viento
	lleva esencia sutil de azahar;
	yo siento en el alma una alondra cantar:
	tu acento.
	Margarita, te voy a contar
	un cuento.
	Rubén Darío

¿Qué tienen que ver los niños y niñas de los semáforos con este poema? No pueden disfrutar de esta armonía de Rubén Darío, posiblemente no tienen tiempo para leer un cuento, ni quien se los cuente. Eso ni siquiera será una ilusión. Su ilusión puede ser tener con qué comer y ayudarle a su mamá.

Lo que sí tienen es el ruido estrepitoso de los brecazos, el ruido insistente de los "pitos" de los vehículos, cuando los conductores van de prisa y tienen que esperar el cambio de luces o cuando hay un congestionamiento. El ruido de las latas, llantas y motores de los buses y camiones. El ruido ensordecedor de las motocicletas.

Y sin embargo, el artículo 60 de la Constitución de Nicaragua expresa que los nicaragüenses tienen derecho a habitar en un ambiente saludable. El 71, que la niñez goza de protección especial y de todos los derechos que su condición requiere. El artículo 5 del Código de la Niñez y la Adolescencia expresa que ningún niño, niña o adolescente será objeto de cualquier forma de discriminación, explotación, tratamiento inhumano, maltrato físico y psíquico, trato cruel, atentado o negligencia, por acción u omisión a sus derechos y libertades, etc.

Todo esto parece excelente, muy bonito; pero sólo existe en papeles. ¿Acaso no es un trato cruel, una negligencia, permitir que los niños estén en los semáforos y encima tener que soportar el ruido ensordecedor, que les puede provocar problemas físicos, síquicos.? El niño, acostumbrado a gritar en los semáforos, tendrá que gritar en su casa, si tiene; y en la escuela, si va. Y estos gritos pueden ir creando formas violentas de expresión y actuación. Pero no sólo eso.

Daños que causa el ruido

Entre los efectos que causa el ruido en la salud de las personas, se menciona la presbiacusia, o pérdida de la audición. (O más simple: sordera). Aquí se destaca la hipoacusia profesional, debida a la pérdida permanente de la audición, causada por la exposición durante años, a altos niveles de ruido en el trabajo, (Federico Miyara, Control de Ruido). Exposición al trabajo, durante toda la vida, porque los niños y niñas de los semáforos trabajan desde que pueden caminar. O desde que pueden ser cargados por su hermanita, y ganan sus centavos por aguantar el sol y el ruido, para mientras pueden caminar y limpiar carros.

Otros efectos, señalados por varios autores, entre médicos y especialistas en contaminación acústica son: dolor de cabeza, interferencia en la comunicación y en el sueño, estrés, retraso en el aprendizaje, problemas en el sistema circulatorio, en la digestión; problemas de equilibrio, aceleración del pulso, fatiga, incremento en la frecuencia respiratoria, etc.

¿Qué pueden hacer los niños ante esto?

Pedirle a los conductores que no frenen bruscamente, que no "piten" cuando esperan el cambio de luces en el semáforo, que revisen el motor de sus vehículos. Pedirle al Alcalde que emita normativas para evitar vehículos tan ruidosos. Y a los diputados, que ya es tiempo de que Nicaragua cuente con una norma nacional contra el ruido. Al Banco Mundial, al Banco Iberoamericano de Desarrollo, al Fondo Monetario Internacional, y a sus contrapartes nacionales, que inviertan el "orden" económico, y comiencen a atender a los niños y niñas. Y al Presidente de la República, que verdaderamente combata la corrupción para que no se continúe aumentando la deuda interna y externa, para no seguir "hipotecando el futuro".

Y que sí se puede el desarrollo y la inversión sin ruido. Que sí se puede aminorar el ruido de las bandas musicales de los colegios. Y que si no se puede quitar a los niños y niñas de los semáforos y llevarlos a la escuela, sí se puede controlar el ruido.